El 115 aniversario del natalicio de Balaguer, el gobernante dominicano más influyente de finales del siglo pasado
Este 1 de septiembre de 2021 se conmemora el 115 aniversario del natalicio de Joaquín Balaguer, el político más influyente de finales del siglo pasado en la República Dominicana, que gobernó durante más de dos décadas con un controversial estilo admirado aun por sus discípulos.
Nacido en Navarrete, Santiago, en el 1906, Joaquín Antonio Balaguer Ricardo era hijo de Joaquín Balaguer Lespier, de origen catalán, y de Carmen Celia Ricardo, nativa de Puerto Plata.
Balaguer fue un político a tiempo completo, lo cual no le impidió que produjera una prolífica obra literaria, que se sigue reeditando y analizando.
El mítico Balaguer gobernó a la República Dominicana en los períodos 1960-1962, 1966-1978 y 1986-1996. Empezó su larga carrera en la administración pública en el 1930. Se inscribió en el Partido Dominicano y se convirtió en uno de los colaboradores más cercanos del tirano Rafael Leónidas Trujillo.
Laboró como secretario de la legación dominicana en Madrid, subsecretario de la Presidencia, subsecretario de Relaciones Exteriores, embajador en Colombia, Ecuador y México secretario de Estado de Educación y de Relaciones Exteriores. En el 1960, fue designado presidente, en sustitución de Héctor Bienvenido Trujillo, de modo que cuando el tirano fue ajusticiado en el 1961, el santiaguero era el jefe de Estado del país, aunque no ejercía realmente ese poder.
Balaguer lidió con las presiones políticas derivadas de la grave crisis generada por el ajusticiamiento de Trujillo y el problemático período de la transición. Solo logró mantenerse en el poder hasta 16 de enero de 1962, y que tuvo que exiliarse en New York a causa de un golpe de Estado militar.
Las huellas de los 12 años
Al “Doctor”, como solía llamársele, se le recuerda especialmente por sus 12 años de gobiernos marcados por la represión, los asesinatos por motivos políticos y los programas de construcciones públicas, el impulso a la agropecuaria, al incipiente sector turístico y a las zonas francas.
En la época de la postguerra de abril de 1965 y de la guerra fría, las ejecutorias de Balaguer fueron manchadas por funestos acontecimientos tales como los crímenes del abogado Guido Gil y del periodista Enrique Piera, los secuestros del coronel Donald J. Crowley y de la diplomática Bárbara Hutchinson, los homicidios de Amín Abel Hasbún, Maximiliano Gómez, Henry Segarra, de los cinco jóvenes del Club Héctor J. Díaz, Los Palmeros y los periodistas Gregorio García Castro y Orlando Martínez, entre otros sucesos.
En esa etapa también fueron abatidos el coronel Francisco Alberto Caamaño y otros guerrilleros que entraron al país en el 1973, por playa Caracoles, con el propósito de deponer al Gobierno. La llegada de los combatientes desencadenó una ola de represión expresada en cientos de apresamientos y el constreñimiento de los medios de comunicación.
También la imagen de Balaguer fue lesionada por las cuestionadas elecciones de 1970, 1974 y 1978, sobre las que se hicieron denuncias en relación a que el Gobierno propiciaba los fraudes y la represión contra los adversarios.
En la convulsa década de los 70 era frecuente que el régimen balaguerista coartara las libertades públicas, hiciera deportaciones, cerrara emisoras y prohibiera la difusión de canciones, películas y programas de televisión y de radio. Además, se incautaban libros sobre temas marxistas y comunistas.Balaguer, el releccionista consuetudinario
Un sello distintivo de Balaguer fue su reiterado interés en mantenerse como presidente, para lo cual recurrió varias veces la reelección, aunque le había prometido en el 1970 a Luis Amiama Tió, antiguo aliado político y uno de los héroes del ajusticiamiento del tirado Trujillo, que no se volvería a ratificar.
Balaguer volvió a reelegirse en el 1974 e intentó mantenerse en el solio en el 1978, pero fue vencido en las urnas por el candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Antonio Guzmán Fernández.
Cuando se le creía fuera de la competencia política, el líder reconquistó el poder en el 1986. Ciego y con 80 años, se ratificó como presidente en 1990, cuando compitió en las urnas contra Juan Bosch, candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Entonces, el “nuevo” Balaguer dejó en el pasado los métodos represivos, heredados de la tiranía trujillista, pero prolongó su saga continuista en 1994, luego de que se le impusiera al Partido Revolucionario Dominicano. No obstante, el trauma electoral, causado por un denunciado fraude, desencadenó que se hiciera el Pacto por la Democracia, que acortó el período presidencial de Balaguer en dos años.
Finalmente, en el 1996 el líder apoyó la candidatura de Leonel Fernández, del Partido de la Liberación Dominicana, al formar una inesperada y triunfante alianza electoral, denominada Frente Patriótico, con la organización encabezada por Juan Bosch, su antagonista de más de 30 años.
La figura histórica de Balaguer fue resaltada el 2 de septiembre de 1997, cuando el Senado de la República aprobó una resolución que lo declaró “gran propulsor de la democracia, del desarrollo económico, de la estabilidad política y de la paz social en la República Dominicana” y “Padre de la Democracia”.
A propósito, el abogado Flavio Darío Espinal publicó en el 2003: “De Balaguer se podrá decir que fue un gobernante que supo perpetuarse en el poder, que tenía destrezas inigualables en el campo de la política y que dejó un legado de obras, muchas de las cuales serán de gran utilidad a la nación durante mucho tiempo. Lo que no se puede decir es que Balaguer sea el padre de la democracia dominicana, al menos si su ejercicio de poder se evalúa con criterios universalmente aceptados sobre lo que significa una democracia, entre los cuales están la celebración de elecciones libres, la independencia de poderes, la funcionalidad del poder judicial y demás órganos autónomos del Estado, el respeto a la legalidad y la exclusión de los militares del activismo político”.
Se considera que Balaguer ha sido político más influente de las últimas promociones de gobernantes dominicanos, y que todavía son efectivos sus métodos para manejar las relaciones de poder y estimular el clientelismo.
Además, sigue vigente su táctica de propiciar la persecución judicial de sus adversarios, como hizo con el expresidente Jorge Blanco y otros antagonistas.
Balaguer murió el 14 de julio de 2002 y, para honrar su memoria, el Gobierno declaró tres días de duelo nacional y se le rindieron honores de jefe de Estado en unas honras fúnebres que concitaron la atención de todo el país. En una de las ceremonias, Hipólito Mejía, a la sazón presidente de la República, se refirió al fenecido Balaguer como “la persona con mayor influencia en toda la historia de la nación” y agregó que este “nació para servir y murió sirviendo a su país”, y ayudando a la gobernabilidad.
Joaquín Balaguer también desarrolló una fecunda carrera literaria, especialmente como poeta y ensayista de temas literarios e históricos.
En el 1990, a Balaguer, quien publicó más de 50 libros, le concedieron el Premio Nacional de Literatura, también otorgado el mismo año a Juan Bosch, expresidente y elogiado cuentista y ensayista de trascendencia internacional.
Su obra más controversial es Memorias de un cortesano en la era de Trujillo, en la que dejó un gran enigma sobre los responsables del asesinato del periodista Orlando Martínez, uno de los mayores críticos de los 12 años de Balaguer. Sin embargo, nunca fue revelada la información prometida en la famosa página en blanco. La actitud del líder causó en la época muchas recriminaciones, porque se argumentaba que había encubierto a los homicidas.
EMILIA PEREYRA